Los juegos del abismo: qué mala suerte subir a ese tren.

Una vez me quedé dormida durante un trayecto en metro. Desperté justo para darme cuenta de que era el único pasajero de un vagón que justo salía de la última estación de la línea. Por suerte, el tren sólo estuvo parado en el interior del túnel los dos minutos que tuvo que esperar a que saliese el convoy anterior para ocupar su lugar en el andén contrario. Resultó una experiencia hasta poética, ver las interioridades ( o al menos, un pequeño segmento) de la red oculta del metro (no os podéis imaginar cómo me emociono cuando, como en un flash, diviso alguna de esas legendarias estaciones fantasma que duermen, olvidadas, en lo más profundo de mi ciudad) y en parte fue gracias a una lectura infantil que dejó huella en mi corazoncito impresionable. Se trataba de El robinsón del metro (Slake's Limbo) de Felice Holman, que muchos años después aún me saluda en los andenes.
Si eso mismo me pasase ahora resultaría un tanto más dramático dado que en este lapso de tiempo he visto películas como Mimic ( en la que una raza de superevolucionados blatodeos hacen del metro de Nueva York su casa ) o Creep (esta vez en el metro de Londres, donde a la pobre Franka Potente la persigue hasta la extenuación una extraña criatura que , en este caso, ha permanecido al margen de la evolución) que, quieras que no, algo sesgan tu visión del transporte público. Así que, algo influida por visiones contradictorias llegaba yo a esta lectura.
Los juegos del abismo narra cómo una extraña criatura maligna se está haciendo una colección de estatuas a base de secuestrar a inocentes pasajeros y obligarlos a jugar a una serie de juegos que , alterando su origen inofensivo y lúdico, transforma en trampas mortales...(¡Oh, no! ahora me estoy acordando del "Vamos a jugar a un juego" de la primera entrega de Saw...). Esta criatura adopta el temible aspecto de una estatua negra, un ángel inmisericorde y tramposo de dientes serrados (¡Uy! Como los Weeping Angels del Dr. Who...creo que debería de ver menos cine de género...).
En este libro, el destino lleva a los dos protagonistas a verse envueltos en una macabra realidad fantástica que se extiende bajo el metro, en una especie de realidad paralela donde nuestros juegos de mesa y pasatiempos se transforman en un serio y muy real riesgo de muerte convirtiendo la tradición decimonónica de los  Tableux vivants en una auténtica pesadilla. Olvidad lo que Alicia encontró al otro lado del espejo y tened mucho cuidado cuando viajéis en el metro.. bajad en la última parada. Una distracción puede ser fatal.





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